Este artículo tiene como finalidad advertir de una cuestión tan simple como la es la de si debemos o no entrenar con dolores. Es bastante habitual que en ciertas ocasiones tengamos dolencias de distinto alcance. Desde leves molestias en los codos, hasta problemas graves que nos pueden permitir levantarnos de la cama (como las hernias discales).
Entonces, ¿cómo deberemos interpretar las dolencias físicas a la hora de entrenar?
Lo más importante de todo, sin lugar a dudas, es que acudamos a un especialista médico para que lo evalúe. Es fundamental, que si una dolencia física es susceptible de ser grave vayamos a un fisioterapeuta o doctor. Él, mejor que nadie, podrá evaluar el alcance de nuestra posible lesión.
De todos modos, como pauta general si la dolencia no pasa por ser incapacitante, podremos entrenar. Ahora bien, lo recomendable es mantener la zona a salvo. Es decir, evitando cualquier tipo de movimiento que pueda provocar dolor. Es el dolor el síntoma más evidente de que no deberemos de realizar un determinado ejercicio.
En base a la escuela médica tradicional, lo recomendable en cualquier caso es evitar mover la zona afectada. Por ejemplo, si tenemos molestias en una pierna, evitaremos moverla. En determinadas situaciones es lo más óptimo, pues provocaremos que la área en cuestión no sufra más dolor. Y la lesión no vaya a más y permitamos que el cuerpo siga con su flujo normal.
Pero, no en todos los casos es lo más interesante. Por ejemplo, cuando acabamos de sufrir una rotura parcial de un ligamento y nos obligan a inmovilizar la zona, la ausencia de movimiento en ella hará que se debilite más rápidamente. Y de hecho, trabajándola suavemente, lograremos que pueda recuperarse de una forma más rápida. Por dos cuestiones:
- La primera de ellas, porque haremos que vaya flujo sanguínea a la zona del cuerpo en cuestión. La sangre, enviará nutrientes y permitirá que la podamos recuperar más rápidamente
- La segunda de ellas, tiene que ver más con el fortalecimiento. Aunque lo más acertado es decir evitar incrementar que la zona en cuestión se vuelva más débil. Lo que hará que podamos volver a retomar la actividad de forma más prematura.
Por tanto, la interpretación del dolor deberá ser cuestión de especialistas. pero es muy importante que tengamos en cuenta que a la mínima no tenemos que parar. De hecho, leves molestias no deberían ser ni motivo de frenarnos para trabajar un determinado músculo en cuestión. Ahora bien, con menor intensidad.