En base a recientes investigaciones, el tiempo que tarda una persona en ponerse a dieta cuando tiene un pronunciado sobrepeso es un factor importante que está vinculado con el desarrollo del cáncer. No se trata de un descubrimiento realmente impactante, ya que se sabía que la obesidad está relacionado con el cáncer desde hace tiempo, pero no de tal manera.
La obesidad es responsable de una estimación de medio millón de casos de cáncer cada año, en base a estudios realizados por la Asociación Americana para la Investigación del Cáncer. Además, el exceso de peso corporal es responsable de contribuir relativamente a la incidencia de cáncer en aproximadamente un 25%, el cual ocupa el segundo lugar, después del tabaquismo.
Cuando la obesidad se combina con otros comportamientos de alto riesgo, tales como una mala alimentación y falta de ejercicio, la contribución relativa se eleva a un 33% para todos los casos de cáncer. Pero el tema realmente que nos llama la atención en este sentido es que además, influye bastante el tiempo que llevamos padeciendo obesidad.
La relación entre el sobrepeso y el cáncer
La obesidad puede aumentar el riesgo de cáncer de varias formas. Algunos tipos de cáncer, especialmente el de mama, son sensibles a la hormona sexual femenina, los estrógenos; y las células de grasa producen cantidades excesivas de esta hormona.
Asimismo, esta es la razón por la que el tema de obesidad en los niños pequeños es una grave preocupación. Al tener un exceso de peso (y exceso de estrógenos) durante muchos años, tienen un riesgo significativamente mayor de padecer cáncer en el futuro.
Además, la obesidad está relacionada y vinculada con tener elevados niveles de inflamación en su cuerpo, que pueden contribuir al desarrollo del cáncer. Una de las razones básicas por las que la cetosis nutricional funciona tan bien contra el cáncer, se debe a que disminuye la inflamación hasta casi eliminarla.
Una alimentación alta en azúcar, aumenta las probabilidades de padecer cáncer, al proporcionarle a las células cancerígenas su combustible preferido. Por otro lado, una alimentación alta en grasas de calidad, ayuda a reducir el desarrollo del cáncer, ya que las células cancerígenas carecen de la flexibilidad metabólica para utilizar como combustible a las cetonas derivadas de grasas.
Es probable que la obesidad represente un indicador indirecto para la verdadera causa del problema que contribuye a la obesidad y el cáncer; es decir, la resistencia a la insulina, que también está asociada con la resistencia a la leptina y la activación de la vía mTOR.
Al reducir sus niveles de azúcar en la sangre y normalizar la sensibilidad del receptor de insulina, hacer ejercicio tiene un efecto similar, también crea un ambiente menos propicio para el desarrollo del cáncer.
El ejercicio físico, una de las variables fundamentales para hacer frente al cáncer
En base a una serie de importantes estudios epidemiológicos, se ha demostrado el importante papel que tiene el ejercicio físico a la hora de ayudarnos a prevenir el cáncer, y aunque la cantidad exacta en la que disminuye el riesgo varía de un estudio a otro, las publicaciones muestran consistentemente que hacer ejercicio ayuda a reducir el riesgo tamañamente de padecer cáncer.
En los siguientes estudios publicados en diferentes medios y/o congresos, podemos comprobarlo:
- Cell Metabolism 2016: Se encontró una reducción del 50% en el crecimiento de tumores, en ratones que estaban en actividad constante en comparación con los ratones inactivos, y se piensa que su mecanismo está relacionado con el ataque de adrenalina que se presenta durante el ejercicio de alta intensidad. La adrenalina ayuda a circular las células inmunológicas que son asesinas naturales (AN) en los pulmones, hígado y la piel, donde tienen el objetivo de eliminar a las células cancerosas. De igual importancia es una molécula que le da órdenes al sistema inmunológico llamada interleucina- (IL-6), que es liberada por los músculos durante el ejercicio, es lo que envía a las células AN hacia los tumores.
- JAMA Oncology: Los hombres que permanecieron en forma a mediana edad, tuvieron un riesgo 55% menor de cáncer pulmonar y un riesgo 44% menor de cáncer de intestino después de los 65 años de edad. Los altos niveles de fitness cardiorrespiratorio (CRF, por sus siglas en inglés) en la mediana edad, ayudaron a los hombres a sobrevivir al cáncer, lo que disminuyo su riesgo de morir de cáncer de próstata, pulmonar o intestinal en un tercio (32%).
- Cancer Epidemiology, Biomarkers & Prevention: Las mujeres que realizaron ejercicio físico durante un promedio de 1.33 horas por semana durante sus años de adolescencia, tuvieron un riesgo 16% menor de morir por cáncer. Aquellos que fueron activos en la adolescencia y que mantuvieron el hábito de hacer ejercicio en la edad adulta, tuvieron un riesgo 20% menor de muerte por todas las causas.
- Journal of the National Cancer Institute: En los ratones, el ejercicio aeróbico disminuye el desarrollo de los tumores de cáncer de mama. A través de una mayor oxigenación en el tejido, también hay una mayor efectividad en el tratamiento de quimioterapia.
- Journal of Physical Activity and Health: Un análisis sistemático de siete estudios en grupos y 14 estudios de casos de control, descubrió que la actividad física reduce el riesgo de cáncer de mama, particularmente en las mujeres postmenopáusicas.
- International Liver Congress: Un estudio que se encargó de analizar a ratones que hicieron ejercicio en una banda motorizada diariamente durante una hora, cinco días por semana, por 32 semanas, experimentaron meno incidentes de cáncer hepático (carcinoma hepatocelular) a diferencia de los ratones sedentarios.
- Cancer Epidemiology Biomarkers & Prevention: En los hombres, el entrenamiento con pesas disminuye el riesgo de morir por cáncer en un 40%.
- American Journal of Public Health: Las mujeres que estuvieron activas en el hogar durante el día, que se involucraron en levantar o llevar cosas pesadas en vez de pasar la mayor parte del día sentadas, tuvieron un riesgo 38% menor de cáncer de mama invasivo.