El lema jamás te rindas, es quizás, una de las frases más escuchadas en la cultura deportiva, y entiendo perfectamente el porqué de su trascendencia. Para aquellos que no sois profesionales del deporte, el resto de las personas que no se dedican a entrenar no conocen la dificultad de la tarea de rendir y darlo todo en cada entrenamiento. Es mucho más complicado de lo que puede llegar a parecer para un profano en la materia.
Hijos, trabajo, exámenes, contingencias vitales, compromisos sociales, son algunas de las cosas de las que nuestra vida está compuesta y de las que nos dificultan la tarea de poder entrenar según lo establece nuestra rutina de ejercicios. Cuanto mayor nos vamos haciendo, más responsabilidades tenemos y más se complica el asunto.
Es necesario el acopio de mucha fuerza de voluntad, llegar a casa agotados tras una dura jornada de trabajo, comer siguiendo los dictámenes de una dieta e ir a entrenar. Nuestra cabeza, en muchas ocasiones, no está centrada en rendir adecuadamente cuando entrenamos. Ese 110% que nos queremos exigir muchas veces cuando entrenamos, no es tan sencillo como lo pintan en el papel.
Jamás te rindas, que ése sea vuestro lema, que cada vez que vayamos a entrenar o cada vez que estemos cansados en el sofá decidiendo si entrenar o no entrenar, resuene fuertemente en vuestra cabeza. Que vuestra fuerza de voluntad guíe a vuestro cuerpo, que sea la cabeza y no la pereza la que tome las decisiones.
Es fácil sucumbir a los designios que nos marca nuestro cuerpo, pero para eso está nuestra mente, para intentar guiar a nuestro cuerpo. Ya lo decía Platón, nuestra mente debe ser el auriga que guíe a los corceles que impulsan el carruaje que es nuestro cuerpo.
Sed implacables, demostraos a vosotros mismos lo que valéis, y al resto de gente que día a día falla a vuestro alrededor. No sólo vuestro rendimiento deportivo lo notará, reafirmará vuestra voluntad, pues ésta también se adiestra y seremos más implacables y decididos en cualquier cuestión vital.
Jamás te rindas, pues no hay nada en este mundo que pueda detenerte, eres más fuerte, listo y capaz de lo que a menudo piensa que eres. Sólo hace falta que te lo demuestres y que des ejemplo a todos aquellos que como tú, día a día combaten en este voraz y complicado mundo. Eres un guerrero imparable que sólo tú decides cuando debes o no realizar algo, somos dueños de nuestro destino y de nuestras vidas.
